El aumento de la esperanza de vida ha provocado un envejecimiento de la población que puede llegar actualmente a edades muy longevas. Sin embargo esa situación va asociada en muchas ocasiones a grandes periodos de tiempo en el que las personas necesitan de cuidados profesionales o familiares ante situaciones de enfermedad o dependencia.
Aunque tradicionalmente se realiza formación específica relativa a los cuidados físicos necesarios, fundamentalmente en el caso de profesionales, ha existido un vacío en cuanto a la preparación emocional de estas personas. Las tareas de cuidado realizadas por este colectivo son de una gran dureza, tanto física como emocionalmente. A ello se suma el poco reconocimiento social que puede derivar en el síndrome del "Burn-out" o trabajador quemado. El síndrome del trabajador quemado se da frecuentemente entre personas que realizan trabajos con una alta carga de implicación emocional. El gran esfuerzo y gasto de energía que suponen estas tareas acompañado generalmente de poco reconocimiento y grandes dosis de frustración hacen que el trabajador sienta que su labor no vale la pena y poco a poco, acaba viendo a la persona a la que dedica sus cuidados casi como a un enemigo.
El curso pretende preparar a los cuidadores para vivir el día a día, fortaleciéndoles emocionalmente y otorgándoles herramientas para que la persona que necesita cuidados reciba aquello que necesita. Se trabajarán los enganches de forma que el cuidador sepa ayudar a la persona enferma a despedirse de todo aquello que pierde, la salud, el trabajo, incluso a veces la vida, y al mismo tiempo dar herramientas al cuidador para poder dejar ir a la persona que cuidaba y con la cual frecuentemente se crea una fuerte dependencia. Se hablará sobre el duelo y sus procesos, para que el cuidador aprenda a seguir viviendo cuando todo termina.
Se incluyen también técnicas de comunicación, enfocadas sobre todo a dirigirnos a quien cuidamos no como un enfermo o moribundo sino como una persona que tiene un problema de salud por muy grave que este sea. Y dentro de la comunicación, especial hincapié al sentido del tacto, a veces, el único con el que el paciente y su cuidador pueden comunicarse. Cuando la persona no puede comunicarse a través de la palabra, se une a todo lo demás la sensación de impotencia que esto produce. En esos momentos tan duros, normalmente, uno tiene muchas cosas que decir. Siente miedo, dolor, angustia y no puede comunicarlo. Una caricia, disfrazada de masaje unas veces y directamente otras, un suave apretón de la mano o una canción, pueden ayudar a transmitir todo lo que en ese momento nos está negando la imposibilidad de comunicarnos de la forma que normalmente utilizamos. Si el cuidador está atento a estas necesidades, el tacto le puede ayudar a tener un contacto más directo y más íntimo con la persona a la que cuida.
El curso va dirigido a los siguientes colectivos:
- Trabajadores del ámbito sanitario.
- Cuidadores formales (trabajadores de residencias y centros asistenciales).
- Cuidadores informales (familiares y personas que los atienden en su domicilio o en el centro hospitalario).
- Cualquier otra persona interesada en formación emocional.